Una sonrisa
El Giro de Italia dejó muchas imágenes para el recuerdo en esta segunda semana, pero a la hora de escribir esta columna no hay manera de concentrar la mente en ninguna de ellas. En realidad, no hay manera de concentrarse en nada. Una imagen, un rostro, el de Xavi Tondo, es el verdadero protagonista de mis pensamientos. Y resulta muy complicado escribir cuando son tantas las emociones que se agolpan y que agarrotan los dedos. Resulta complicado, pero hay que hacerlo. Él lo merece.
Xavi Tondo era una persona muy especial. Pero su mayor grandeza era serlo con todo el mundo y no con un periodista en concreto o con un único compañero de equipo o con un amigo especial. No. Tondo lo era con todos. El catalán, además, era una persona que siempre tenía la sonrisa en la boca, pero no como un simple gesto sino como una actitud vital y es que su sonrisa era también su particular forma de ver la vida y de afrontarla. Y ésa es su verdadera lección a todos los que alguna vez tuvimos la suerte de tratarle de cerca.
Pocas personas tenían en el ciclismo tantos motivos para sentirse desgraciados. Y, sin embargo, pocas personas se sentían tan felices y transmitían esa misma felicidad a todos los que le rodeaban. Y es que nadie le puso nunca las cosas fáciles en la vida a Tondo. Bueno, en realidad, habría que decir que casi nadie, puesto que siempre tuvo a su lado a gente como Miguel Ángel Iglesias o Juan Campos. Pero fue la propia vida la que fue sembrando de obstáculos su trayectoria deportiva y personal. Y lo mejor de todo es que jamás se escuchó queja alguna por parte de Tondo ni en público ni en privado.
Siempre que hablabas con él, acababa convenciéndote de que la vida es maravillosa, incluso cuando estás en un hospital, te has roto la pierna por varios sitios y sabes que tu trayectoria deportiva pende de un hilo. Eso lo vivió Tondo hace ya muchos años y lo superó dando ánimos a los que iban supuestamente a animarle a él. Tondo se recuperó de las lesiones y fue profesional y, además, de los buenos. En eso y en tantas otra cosas logró cumplir su sueño. Pero no los cumplió todos, porque sencillamente era imposible. Tondo, como buen niño, siempre estaba soñando. Pero soñaba despierto, con escapadas interminables, con victorias épicas... con el reconocimiento público que nunca nadie la había regalado.
Desgraciadamente, con casi 33 años, Tondo nunca había podido correr un Tour de Francia. Sólo había disputado un Giro y dos ediciones de la Vuelta y en una de ellas tuvo que bajarse tras sufrir una caída. Y es que ése ha sido su particular sino: caerse y volverse a levantar. Por eso el destino ha sido tan cruel, porque se ha llevado a un hombre que jamás se quejaba, a un ciclista que era un ejemplo de superación personal ante las adversidades... Y lo ha hecho sin darle ni siquiera la oportunidad de volver a levantarse porque si de algo estamos seguros es que por pequeña que hubiera sido esa opción, Xavi Tondo se habría levantado, con una sonrisa en la boca y habría empezado de nuevo con su vida contagiando de ilusión y de esperanza a todos. Al menos nos ha dejado una forma de ser, una personalidad, de la que todos deberíamos aprender. Ese era su secreto y ese es el sueño al que todos deberíamos aspirar: disfrutar de la vida con una sonrisa para todo el mundo.
Jorge Quintana
Director del setmanari de ciclisme 'Meta2Mil'
No comments:
Post a Comment